Valencia.- Eduardo Escobar sonríe después de escuchar alguna broma de sus compañeros. Está de buen ánimo. Pasa el rato “chévere”.
“Me siento bastante bien. Por primera vez en mi carrera, después de 15-16 años, estoy en Venezuela por estas fechas. La última ocasión que ocurrió fue cuando era un adolescente (17), poco después de firmar como profesional”, asegura Escobar, mientras se guarece del intenso sol valenciano, en el dugout de visitantes del Estadio José Bernardo Pérez, después de practicar con Centauros, previo a un encuentro del calendario regular de la Liga Mayor.
“Una vez que firmas, te vas del país a las filiales de tu organización y cuando llegas a Grandes Ligas es otra cosa. La temporada termina en septiembre. En ocasiones tus padres nunca han tenido la oportunidad de verte jugar o tus amistades, que comienzas a perderlas porque estás en Estados Unidos. Son cosas que la gente no entiende. Eso es muy importante para cualquier grandeliga que pasa seis meses trabajando y viajando… Así que de verdad me siento muy feliz de estar en mi país, en mi hogar, que nunca lo disfruto, con la familia”, abundó Escobar, que tiene cuatro hijos, Eduardo Jr., Raúl, José Manuel y Diego, y una hija, Isadora.
Después de declararse agente libre al final de la campaña de 2023, Escobar firmó un contrato con los Azulejos de Toronto con la intención de ganarse un lugar en el roster del Día Inaugural. Sólo que, en lugar de esa posibilidad, el 24 de marzo, a menos de una semana para el inicio de la contienda, la gerencia canadiense decidió tomar otro camino.
“Fue decepcionante que Toronto me dejara libre, pero son cosas que pasan… Después recibí varias ofertas para ir a México, Ligas Menores e incluso la filial de un equipo japonés… No las acepté, porque, la verdad, que después de 13 años en las Grandes Ligas, es difícil comenzar desde cero”, enfatizó.
Tomar esa decisión no quiere decir que se haya rendido o que recuperar su estatus de grandeliga, haya dejado de ser una prioridad.
“Espero volver. Es una garantía”, ataja de inmediato. “La idea es ponerme a tono aquí para jugar con los Tigres de Aragua desde el primer día (en la LVBP). Esperemos, con el favor de Dios, que las cosas salgan bien a partir de octubre y ver lo que pasará... El único que sabe cuál será mi destino es Dios. Mientras, lo que puedo controlar es venir a trabajar duro todos los días, fortalecerme, hacer las cosas correctas en el terreno de juego”.
Sin resentimientos y con el optimismo que exuda, se esfuerza por mejorar a diario sus condiciones físicas. Pronto estará a tope con el swing.
“Estoy muy agradecido con todas las organizaciones que me dieron la oportunidad de jugar en el sistema de MLB. Pero así es el mundo del beisbol. No hay rencor. ¿Sabes lo que es sabroso? Estar en verano aquí, comer mamón, mango, ver los palos de agua. Cosas que tenía tiempo sin disfrutar. Estoy feliz, recientemente me traje a mis perritos. Sí, estoy feliz”, insiste y vuelve a sonreír.
Eduardo Escobar aspira a jugar la temporada 2024-2025 de la LVBP | Foto: José Ramón González
También lo hace por amor al juego. Su madre quería que estudiara en lugar de jugar pelota, así que escondía sus guantes y bates, para evitar que “perdiera” el tiempo.
Aquello no era suficiente, Escobar se escabullía de la escuela durante el recreo para ver a los Tigres de Aragua practicar en el Estadio José Pérez Colmenares y si podía, se quedaba para los partidos.
“Sí (risas). Disfruto cada momento… Desde niño, siempre he tenido una buena relación con Café (José Alberto Martínez), gran amigo. Y estar nuevamente jugando con él, aquí es un incentivo y luego vamos a estar con Tigres”.
Eso no significa que Escobar, se encuentre veraneando, pasando unas vacaciones cool.
“Es importante lo que estamos aportando Café y yo a esta juventud, a los chamitos que están comenzado, enseñarles cómo respetar el juego y jugar al cien por ciento, duro. Mi consejo es que, a veces atraviesas por situaciones difíciles, pero siempre debes aprovechar a los peloteros de experiencia que tienes a tu alrededor y nosotros estamos aquí para eso, mientras ayudamos en las victorias (de Centauros)”.
Hace más de una década, Escobar estuvo en la misma posición. Mientras tomaba roletazos en un campo alterno del complejo primaveral de los Medias Blancas en Tucson, Arizona, fue visto por Oswaldo Guillén, durante un día libre de mayo de 2008. El mánager de Chicago quería ver a su hijo, Oney, que era el shortstop titular por encima de Escobar en el Great Falls Voyagers.
“Fue el mejor infielder que observé ese día”, le contó Guillén al Twin Cities Pioneer Press. “Me dije: ‘Espera un minuto, ¿este muchacho es el suplente de mi hijo? ¿Por qué no está jugando? Es el mejor guante que tenemos’”.
Así que Ozzie convenció a los Medias Blancas de no dejarlo libre y enviarlo a una filial en Estados Unidos. El experimentado técnico no se equivocó. La prestigiosa publicación Baseball America calificó a Escobar como el mejor pelotero defensivo de las granjas patiblancas por cuatro campañas seguidas (2008-2011), hasta su debut en las Mayores.
Guillén le pidió a Oney que velara por Eduardo y durante años fueron compañeros de cuarto.
“Es muy importante apoyar y enseñar a los jóvenes, a todos mis compañeros y apoyar esta liga”, suelta Escobar, quien se toma su tiempo para saludar a varios peloteros de Marineros, el equipo rival.
Eduardo Escobar viste el uniforme de Centauros en la Liga Mayor | Foto: Roberto Santos / Prensa Centauros
Siempre ha tratado de devolver lo que recibió. Creó la Fundación Eduardo Escobar para suministrar alimentos, suministros médicos, artículos de primera necesidad y equipos de beisbol a comunidades del país con carencias.
Ahora está comprometido con su actual club. Asume su responsabilidad y da el ejemplo.
“Una vez que me pongo el uniforme, juego con la misma intensidad que lo hago en Grandes Ligas. No me importa si no hay nadie en el estadio o van 200 personas. Si critican o no critican. Estoy dando el máximo de mí. Eso es lo que me llena. No me importa si me dicen que estoy ‘quemado’, porque no jugué este año en las Mayores. No me importa eso…”.
Escobar convence con su discurso. Sólo se puede estar acuerdo con lo que pregona.
“Ninguna liga es fácil. Nadie me puede decir a mí que va a ir una liga a batear 500. Eso es mentira. Porque hay lanzadores de experiencia y jóvenes dejados libres que tienen talento para seguir jugando. El beisbol se respeta. Yo estoy uniformado con Centauros, pero cada vez que me meto entre esas dos líneas, respeto el juego. Lo hago de corazón y eso es lo más importante para mí. Porque esto es una experiencia más y me sirve para mi desarrollo y preparación. Estoy donde me siento feliz”, concluye sin aspavientos, mientras apura un vaso de agua. El terreno le espera.
Eduardo Escobar asistió al Juegos de Estrellas con Arizona en 2021 | Foto: Getty Images
EL DATO
Eduardo Escobar es uno de los 12 ambidiestros venezolanos que han sacado la bola ambos lados del plato en un mismo encuentro de las Grandes Ligas. Y uno de los dos criollos que lo han hecho en tres ocasiones en la misma campaña (2019). El otro es Anthony Santander (2022)… Aparece entre los seis connacionales que han completado la escalera en un desafío de las Mayores (Mets, 06/06/2022)… En 2019 se erigió en el cuarto toletero de las dos manos con una campaña de al menos 30 jonrones (35), 20 dobles (29) y 10 triples (10), uniéndose a Ripper Collins (1934), el miembro del Salón de la Fama Mickey Mantle (1955) y Jimmy Rollins (2007).